La perdida del servicio de ferry entre Santander y Cork en Irlanda, es un hecho muy dolorosa y muy perjudicial para nuestro puerto.
Son varias las razones para decir esto. En primer lugar, el servicio es una idea que nació en Santander y fue muy trabajada por el presidente de la Autoridad Portuaria de Santander, Jaime González con su homologo de Cork.
Ahora ambas ciudades quedan desplazadas después de haber servido en cierta forma de experimento.
No es de recibo, que no se hayan puesto por parte de los responsables de fronteras de este país las medidas necesarias para que no se produjeran durante el pasado año 2.36O intrusiones de ilegales.
Inicialmente, la situación de inseguridad fue mayor en el puerto de Bilbao, es más una de las líneas de vehículos pesados entre Bilbao y Portsmouth estuvo a punto de venir a Santander por idéntico motivo.
Pero las autoridades vascas han puesto mucha más seguridad y han cortado prácticamente el flujo de intrusiones ilegales, cuestión que en Santander no ha sucedido, a pesar del gasto realizado por el Puerto en materia de seguridad.
Es cuestión de falta de medios, es decir disponer de las fuerzas de seguridad necesarias, que visto el resultado no ha ocurrido.
Hay que pedir responsabilidades a aquellos que deben de garantizar la seguridad, me refiero a los responsables finales.
El daño es incalculable a medio plazo y no puede sustanciarse sin asumir responsabilidades en forma de dimisiones de los que deben de controlar este flujos de personas en un recinto fácil de controlar, por mucho que digan.
Por otro lado y esto es una opinión personal, pudiera haber ayudas de otro tipo por parte de la autoridades vascas, este será otro tema a investigar porque no es demostrable y no deja de ser una hipótesis más.
También, es una muestra más, del fracaso constitucional, pues se demuestra que no todos somos iguales en España y que los privilegios forales son demoledores, arcaicos y debieran de desaparecer; parece que alguno no se ha dado cuenta todavía. Sin igualdad de presión fiscal, de ayudas, de posibilidades financieras, no habrá nunca igualdad en el libre mercado y eso es una aberración en una Europa unida. Las comunidades vecinas al País Vasco, deben de poner “pié en pared” y decir basta en un frente unido ante el nacionalismo egoísta.