En estas páginas vengo repitiendo, la grave problemática que genera la mentira en la sociedad actual y especialmente en la vida política.
De la mentira, no puede salir nada bueno, porque es un fraude a la sociedad, a las personas a las que se dirige el falso mensaje.
La mentira y la falsedad son una cuestión de hábito, como vemos en muchos políticos, algunos son proclives a esta situación de forma permanente manteniendo engañado a amplios sectores sociales.
No se trata de dar nombres, aunque podría hacerlo, de políticos que son mentirosos de forma habitual.
También es cierto, que la persona que miente de forma continua, acaba atrapada por una especie de realidad virtual y personalmente puede hasta llegar a padecer problemas psicológicos en sus conducta.
Esta especie de personas, suelen ser verdaderos “vendedores de humo” a cualquier
precio.
Es también una realidad, que le mentira, tiene periodo de caducidad y acaba descubriéndose, aunque no siempre a su debido tiempo, con lo que el daño ya esta causado.
Según el escritor y poeta británico, Alexander Pope, el que dice una mentira, no sabe que tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de la primera.
Sin embargo, hay que reconocer que el desarrollo de la mentira en la sociedad actual tiene muchas facilidades, entre otras, las redes sociales y la falta de valores en gran parte de la población, que hace que aunque se llegue a conocer a los mentirosos, se les justifique o se les consienta si más su conducta, lo que nos lleva a unas relaciones sociales fraudulentas.