Sin duda alguna, es muchísimo más agradable y reconfortante, poder escribir cosas positivas del Gobierno de turno, es como digo, más agradable, más alegre y más productivo para la persona que hace el elogio, pero la búsqueda de la verdad y de lo que consideramos sensato y digno de defender, debe de estar muy por encima de egoísmo particular alguno, y aunque nos duela personalmente, tenemos que decir en conciencia, lo que creemos con sinceridad y sin ganas de hacer daño a nadie, sólo, defender lo que creemos, con buenas y corteses razones.
El pacto de los Presupuestos de Cantabria para 2024, entre el PP y el PRC, es un hecho que está llenando de sorpresa y estupor a muchas personas que creyeron, en el mensaje lanzado por el PP en la campaña electoral regional.
Desde hacer gráficos, culpando del retraso de Cantabria con las caras de Pedro Sánchez y Miguel Ángel Revilla, como si fueran lo mismo, hasta decir en campaña, por ejemplo: ”Con sus votos los cántabros nos han dicho no al Revillísmo”.
Muchos creímos de buena fe, que se podía producir un cambio, un cambio, profundo, con menos gasto público, menos asesores y cargos de confianza, proyectos distintos, en definitiva, con errores y aciertos humanos, pero un cambio, de calado.
Pero estábamos equivocados, tenemos el mismo número de asesores más o menos, los mismos proyectos y en algunos casos, los mismos cargos de confianza, algo inaudito.
Parece más fácil, ocupar un cargo de confianza, de asesor o jefe de gabinete, no siendo militante del PP, e incluso, ser recién llegado de otra formación, que siendo militante de muchos años del propio partido.
Los veinte años prometidos de investigación en la Consejería de Obras Públicas, se han quedado en uno, a pesar de decir que el anterior Gobierno, no tenia porque ser una maldición eterna.
Se eligió voluntariamente gobernar en minoría, a sabiendas de que así es poco menos que imposible realizar reformas profundas.
Realmente, casi todo, es incomprensible desde el punto de vista de lo escuchado antes de las elecciones.
La decepción para muchas personas, algunos militantes y simpatizantes de muchos años, es grande y me pregunto si merece la pena defraudar a tantas personas de bien que han votado ilusionadas por un cambio.
La respuesta, se la dejó a los responsables de esta decisión, por supuesto, sin acritud alguna, y todavía con cierta esperanza de rectificación, aunque está, también cada vez es menor.