EL FRACASO DE LOS CONFINAMIENTOS

Millones de personas en la pobreza, desatención de otros enfermos, desesperanza, miedo, suicidios, daños psicológicos, son y serán consecuencias derivadas de las medidas extremas de los llamados confinamientos y cierres, bien sean totales o parciales.

Sin embargo, lo más grave de todo, es que no se puede discernir ningún signo claro de que los bloqueos generales tengan un impacto beneficioso en disminuir la curva de mortalidad de la epidemia.

La comparación internacional, revela claramente se puede confirmar que los países que han tenido confinamientos largos y extremos no tienen por lo general mejores datos que aquellos que han tomado medidas más livianas o selectivas.

Como recoge PANDA ( Pandemics-Data-Analytics) países como Argentina con un confinamiento muy largo y medidas muy restrictiva han tenido más numero de fallecidos por habitante que Brasil con unas medidas mucho menos restrictivas.

Otro tanto sucede a Suecia donde la medida han sido de protección selectiva y que tiene un porcentajes mucho menor que España, u otros países con confinamientos muy severos.

En España, tenemos el ejemplo de Comunidades con repetidos confinamientos que no consiguen sus objetivos, por mucho que se diga.

En la vida y en la sociedad, hay que evaluar las consecuencias de la toma de decisiones y evidentemente se ha destruido la economía, se ha llevado a la desesperación a millones de personas en el mundo y se ha creado un pánico, que no parece proporcionado.

Los bloqueos y la prohibición de actividades en los interiores de los establecimientos hosteleros, no han demostrado tampoco que eviten la difusión de la pandemia, sin embargo, crean ruina y pobreza.

No hace falta ser un científico, sino sólo un observador preocupado para darse cuenta de que la pandemia por supuesto existe, pero esta sobre alimentada por gran parte de los medios de comunicación y los gobiernos, creando una espiral de miedo de imprevisibles consecuencias para la propia salud y para el propio futuro de la humanidad.

Esta claro que de esta pandemia, saldremos menos libres, más atemorizados y posiblemente con otros padecimientos de los que ahora apenas se habla.

Es una especie de espiral “paranoica” de la que parece es difícil sustraerse.