Si los irresponsables volasen, seguro que el cielo se oscurecía.
Este número de personas irresponsables, por lo general, tienen una característica común: el egoísmo.
El egoísmo imbuido por una sociedad que ha perdido los valores, el sentido de la responsabilidad, del trabajo e incluso del bien acaba siendo muy perjudicial.
Me refiero a aquellos que asisten a fiestas para contaminarse del Covid-19, de aquellos que no respetan las normas, de aquellos que porque su equipo sube de categoría se manifiestan como si hubieran conseguido el Premio Nobel con grave riesgo para salud de todos.
Son muchas las causas de tal número de irresponsables, pero podemos apuntar algunas: desestructuración familiar, fracaso en los planes educativos, falta de valores y una sociedad hedonista e infantil.
Los que se siembra se recoge, y ahora recogemos una parte de juventud, no toda afortunadamente, ni mucho menos, que sólo sabe de derechos pero no de obligaciones, no sabe de respeto ni educación; son votantes o futuros votantes, fáciles de manipular y de dirigir a través de algunas redes sociales.
Esta falta de valores, puede llevar a medio plazo a una gran crisis colectiva que se transmitirá a todos los ámbitos, aunque la siembra venga de lejos.
Los medios de comunicación en general y la clase política en particular, debieran pedir muchas veces perdón por sus malos ejemplos que han creado una forma de vivir y ser en demasiadas personas, muy perjudicial para ellos y para la propia sociedad.